El martes 9 de septiembre la ofensiva de la oligarquía boliviana alcanzó un nuevo punto culminante. En Santa Cruz, las tropas de choque de las bandas fascistas de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) tomaron por la fuerza toda una serie de edificios públicos. Primero asaltaron y saquearon las oficinas del Servicio Nacional de Impuestos, después se dirigieron a las oficinas de la empresa de telecomunicaciones recientemente nacionalizada, ENTEL, que también fue saqueada, como lo fueron las oficinas del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Para conseguirlo tuvieron que luchar contra la policía y el ejército que seguía órdenes estrictas de no utilizar armas y que fueron superados por los violentos manifestantes.