ARGENTINA: ¿Por qué necesitamos un Partido de los Trabajadores?

El papel de los sindicatos en la formación de un partido obrero de masas

En el último año, ha ido tomando fuerza la necesidad de que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda central sindical del país, se oriente a la lucha política para formar un movimiento político de la clase trabajadora.

El papel de los sindicatos en la formación de un partido obrero de masas

En el último año, ha ido tomando fuerza la necesidad de que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda central sindical del país, se oriente a la lucha política para formar un movimiento político de la clase trabajadora.

Esto tiene una gran importancia, ya que la clase obrera de nuestro país no tiene una organización política propia, sino que es tomada de rehén por diferentes partidos que responden a los intereses patronales, llámense radicales, justicialistas, PRO, Coalición Cívica, etc.

 

La CTA y la lucha política

Sin dudas, el acontecimiento más relevante que marcó el ingreso de la CTA a la arena política fue la convocatoria de la Constituyente Social en Jujuy a fines del mes de octubre, que congregó a unos 15.000 activistas de todo el país y debatió y aprobó una plataforma de consignas muy avanzadas, algunas de carácter socialista, y promulgó el objetivo de construir "un movimiento político, social y cultural de liberación".

Si se hiciera realidad este objetivo sería un gran paso adelante para el desarrollo político de la clase obrera argentina.

La clase obrera argentina ha tenido bloqueada su participación independiente en la lucha política durante décadas por el accionar del peronismo pero, lamentablemente, también por las falsas y equivocadas políticas de la izquierda y, particularmente, de los grupos sectarios. El primero, fue un grillete puesto en las manos de los trabajadores que desvió sus luchas y aspiraciones hacia el pantano del nacionalismo y la colaboración de clases. Pero el accionar de la izquierda desde el Argentinazo hasta acá, por fijar arbitrariamente un marco temporal, fue un fiasco para cientos de miles de obreros y jóvenes de vanguardia.

Los grupos de izquierda más relevantes demostraron una incapacidad completa para avanzar siquiera a la formación de un frente único en el terreno político y sindical que ofreciera una alternativa a los sectores más conscientes y avanzados de la clase obrera y de la juventud revolucionaria de nuestro país.

En el movimiento piquetero, entre la juventud, en las listas sindicales y en la arena electoral cada grupo se dedicó a cuidar su "quintita" y a considerar como enemigos a los demás. O se alcanzaron acuerdos episódicos por interés de aparato para romperlos al día siguiente con un cruce de insultos.

Dicho sea de paso, el programa electoral defendido en los últimos años por la llamada "izquierda revolucionaria" (PO, PTS, MST, IS, MAS, etc.), es un mero programa reformista de izquierda que no incluye demandas socialistas centrales como la nacionalización de los monopolios, los latifundios y de la banca, sin indemnización y bajo control obrero. En realidad, este programa (no al pago de la deuda externa, reestatización de las privatizadas, salario equivalente a la canasta familiar, etc.) es muy similar al que defienden actualmente los dirigentes de la CTA. 

 

El papel de los socialistas revolucionarios

Es verdad que necesitamos un partido obrero de masas, enraizado en la clase trabajadora, para dirigir la lucha por la transformación socialista de la sociedad, pero los marxistas somos una fuerza demasiado débil para arrancar de la rutina y del apoliticismo a las masas de la clase trabajadora, y organizarlas con nosotros bajo la bandera del socialismo revolucionario, lo cual ha sido agravado aún más por las políticas equivocadas desplegadas durante años por los grupos de izquierda más relevantes.

Guste o no, los dirigentes sindicales de la CTA sí tienen la influencia y el aparato indispensable para iniciar la formación de un partido o movimiento político de masas ¿Qué ventajas tendría esto? Que permitiría incorporar a la lucha política a cientos de miles y a millones de trabajadores y de jóvenes, que estarían deseosos de luchar por una transformación profunda de la sociedad. Y nos ofrecería  a los socialistas revolucionarios un espacio amplísimo para desarrollar una agitación de masas y difundir nuestras ideas y posiciones.

Nunca hemos ocultado nuestras discrepancias con los dirigentes de la CTA. Cuando ha sido el caso, hemos criticado la mala orientación de las luchas o los intentos de alcanzar acuerdos a espaldas de los trabajadores; pero de igual manera que podemos ponernos de acuerdo dentro del mismo sindicato para luchar contra el enemigo común, el patrón; también podemos ponernos de acuerdo para luchar políticamente en la misma organización contra el conjunto de la clase capitalista sobre la base de un programa común acordado, donde igualmente ejerceremos nuestro derecho a criticar las vacilaciones, las insuficiencias o tendencias al conciliacionismo de clase que podamos observar en los dirigentes de ese partido o  movimiento político.

Demás está decir que la confrontación de las posiciones de los revolucionarios y de los reformistas, en la arena de la práctica y en el mismo campo de lucha, es el único método posible que existe para disputarles a los reformistas la influencia sobre las masas trabajadoras. Al margen del movimiento real de la clase, sólo seremos espectadores impotentes como es el caso actual de los grupos sectarios.

 

Por un Partido de los Trabajadores basado en los sindicatos

La Corriente Socialista El Militante aboga por que la CTA forme un Partido de los Trabajadores de masas y que éste se dote de un programa socialista. Al mismo tiempo emplazamos a los dirigentes de la CTA a que extiendan este llamamiento a los trabajadores y dirigentes honestos de la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central sindical del país, para impulsar juntos esta tarea.

¿Por qué construir específicamente un Partido de los Trabajadores? Los trabajadores asalariados somos la inmensa mayoría de la sociedad en Argentina, un 73% de la población económicamente activa.

La clase obrera, además, es el producto genuino del sistema capitalista. No es un sujeto explotado más, igual a cualquier otro (cooperativistas, cuentapropistas, desocupados permanentes, pequeños campesinos, etc.), es la columna vertebral que sostiene todo el andamiaje económico y social del país, y tiene intereses y necesidades propias al margen de las demás clases o capas explotadas de la sociedad.

La clase obrera desarrolla de manera natural una conciencia colectiva que surge del proceso de trabajo mismo y de las condiciones de la vida social moderna. El trabajador no aspira a la pequeña propiedad sino a que le paguen un salario digno para sostener a su familia; trabaja en común junto a los demás compañeros de trabajo y cada obrero sabe que es un eslabón necesario en el proceso de trabajo de su empresa. Por otro lado, los trabajadores están obligados a salir juntos a la lucha. Cuando la lucha contra el patrón adquiere un grado elevado de enfrentamiento, con la amenaza de la pérdida de las fuentes de trabajo, se ocupan las fábricas y a veces se acuerda su explotación en común por los obreros sin la necesidad de tener un patrón. Es decir, la propiedad común, colectiva, forma parte latente de la conciencia de clase de todo trabajador asalariado.

El obrero es ajeno a la búsqueda mezquina, egoísta y enajenante del interés individual por la ganancia que se deriva de la posesión de una propiedad (fábrica, tierra, comercio, etc.), por lo tanto la clase obrera es la clase más capacitada de la sociedad para velar por el interés común de la sociedad, por la propiedad pública, por la conservación de un medio ambiente sano, por la reducción de la jornada laboral, por el incremento general del nivel de vida, por que haya escuelas y un sistema de salud público digno y decente. Es decir, la sociedad socialista se dibuja como el modelo de sociedad a que aspiran naturalmente las luchas de los trabajadores llevadas hasta sus últimas consecuencias.

Por todas esas razones la clase obrera debe organizarse en Partido aparte, para que sus intereses de clase y el objetivo socialista de sus anhelos no sean desviados o adulterados. Por supuesto que los miembros individuales de otras clases explotadas podrían participar en este partido, si aceptan su identidad de clase y acuerdan con su programa. Y este partido podría alcanzar acuerdos de frente único con otras organizaciones populares no obreras que representen a masas explotadas o postergadas por el Capital (pequeños campesinos, artesanos, etc.).

Pero más allá de la forma final que adquiera la herramienta política de masas a la que aspiramos, lo imprescindible es dar pasos concretos reales hacia su formación. Como decía Carlos Marx: "Un paso adelante real del movimiento de los trabajadores vale más que 100 programas correctos". Sobre la base de la experiencia, nos proponemos demostrar al conjunto del movimiento de la corrección de nuestros análisis, propuestas y programa, y aceptar trabajar lealmente cuando estemos en minoría.

 

Perspectivas para un Partido de los Trabajadores de masas

No desconocemos que la perspectiva de avanzar hacia una herramienta política de masas independiente del gobierno está encontrando trabas en aquellos sectores de la Central vinculados al kirchnerismo, pero que son minoritarios en la dirección y, muchísimo más, en las bases. El sector mayoritario de la CTA que delimitó por izquierda con el kirchnerismo debería superar sus miedos y vacilaciones y apelar a la base de la Central para darle un impulso decisivo a la tarea de formar un Partido de los Trabajadores.

No cabe duda de que el lanzamiento de un Partido de los Trabajadores, dotado con un programa amplio de reivindicaciones y demandas socialistas, tendría  un impacto político enorme. Permitiría incorporar en su seno a expresiones de izquierda, como Proyecto Sur y corrientes socialistas revolucionarias. Aparecería como la única oposición real por izquierda a los partidos patronales.

En la medida que los trabajadores encuentren bloqueado su camino hacia la lucha reivindicativa sindical, como consecuencia de la crisis económica y de los obstáculos que le oponga la burocracia sindical, verán en la acción política una manera de cambiar la realidad que los rodea.

En un tiempo relativamente breve, este Partido de los Trabajadores podría adquirir una base de masas, de cientos de miles de trabajadores y jóvenes, lo que marcaría un salto cualitativo en la historia reciente de Argentina, con la emergencia del primer movimiento político sustentado en la clase trabajadora después de décadas de orfandad política.

Agradecimiento